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Definición La ansiedad es una emoción que a menudo se siente como desagradable y corresponde a la expectativa más o menos consciente de un peligro o problema futuro[1].
En primer lugar, si la persona que la padece puede sobrellevarla y no afecta a su vida cotidiana, la ansiedad puede considerarse normal.
Si no es así, hablamos de un trastorno de ansiedad, una emoción manifestada por un sentimiento de inseguridad ante un peligro no especificado, que puede incluso convertirse en una afección permanente.
La ansiedad puede convertirse en un verdadero sufrimiento, manifestándose en ataques de pánico. A menudo va acompañada de depresión o de diversas adicciones (alcohol, tabaco, juego, etc.).
La ansiedad puede asociarse a estados neuróticos (fobias, obsesiones, histeria), psicóticos (esquizofrenia: delirios, alucinaciones, habla desorganizada) o hipocondríacos (ansiedad por la salud).
En general, existen tres tipos de trastornos de ansiedad:
Cuando el paciente busca el diálogo, la psicoterapia puede ser útil. La relajación, en cambio, es eficaz en casos de ansiedad generalizada.
Dependiendo del caso, se prescribirán diferentes tratamientos farmacológicos, desde antidepresivos (Prozac, Deroxat) hasta benzodiacepinas (Xanax, Lexomil...).
A este respecto, un estudio estadounidense realizado en macacos[2] puso de relieve el hecho de que determinadas neuronas se activan cuando son estimuladas por la ansiedad. Estas neuronas se localizan en el córtex cingulado anterior, una zona conocida por los trastornos de ansiedad. Los tratamientos convencionales, basados en el principio de que esta zona sufre una mala regulación de los neurotransmisores, se dirigen a estas neuronas, lo que conlleva un alto riesgo de dependencia de estos fármacos.
Las benzodiacepinas también se utilizan durante periodos cortos para evitar la dependencia[3].
El CBD es una de las numerosas moléculas presentes en el cáñamo (cannabis sativa L) junto con el THC*, conocido por sus efectos psicotrópicos. El CBD no tiene esta característica, pero actúa sobre los receptores del cerebro, en particular los receptores 5-HT1A, GPR55 y CB1/CB2. Un estudio clínico brasileño realizado en 2008[4] tiende a demostrar el papel principal de los receptores 5-HT1A o de serotonina en la reducción de la ansiedad. El CBD estimula directamente estos receptores y, por tanto, el impacto de la serotonina sobre el estado de ánimo y la sensación de relajación. De hecho, cuando la ansiedad aparece y persiste constantemente, puede deberse a una disfunción de este receptor 5-HT1A, y el CBD puede regular su función.
* La normativa de la UE exige que los niveles de THC sean inferiores al 0,2%.
Según un estudio realizado en Gran Bretaña en 2013[5], de 47 individuos sometidos a un estímulo de ansiedad, aquellos de entre ellos que tomaron CBD reaccionaron mejor, experimentando la extinción del trastorno de ansiedad.
Un grupo de investigadores de la Universidad Estatal de Washington[6] también concluyó que tomar CBD mejoraba significativamente el estado de ánimo y reducía la depresión.
En 2019, un estudio publicado en el Journal Permanente analizó la interacción del CBD con la ansiedad y el sueño[7] . Entre 72 pacientes con trastornos de ansiedad, 52 individuos respondieron favorablemente tras tomar CBD durante un mes, observando una reducción de su trastorno.
Un estudio estadounidense realizado en 2015[8] también concluyó que se reducía la ansiedad, al tiempo que animaba a realizar otros estudios en la misma línea.
Así, según los numerosos estudios ya realizados o aún en curso que miden el efecto del CBD sobre el sistema nervioso, podemos deducir una evidente interacción positiva entre la molécula y la neurobiología del cerebro. Al actuar sobre los niveles de serotonina, comúnmente conocida como la hormona de la felicidad (receptor 5-HT1A) y el sistema endocannabinoide, se atribuyen al CBD virtudes contra el estrés, la ansiedad, la depresión y los trastornos del sueño causados por disfunciones del sistema nervioso.
El CBD, a diferencia de otros fármacos, no necesita tomarse a diario para aliviar la ansiedad, sino solo en momentos de inquietud persistente[9]. En un estudio de 2018, se administró CBD a sujetos antes de someterse a una prueba simulada de oratoria. Los investigadores descubrieron que una dosis oral de 300 mg, administrada 90 minutos antes de la prueba, fue suficiente para reducir significativamente la ansiedad de los oradores.
Algunos médicos y expertos que administran CBD a sus pacientes insisten en el carácter individual de la dosis, ya que cada persona debe encontrar el equilibrio personal adecuado.
El CBD tiene muy pocos efectos secundarios, principalmente somnolencia, en cuyo caso basta con reducir la dosis[10].
Por lo tanto, debe probarse para cada individuo utilizando el método progresivo hasta que se consiga el alivio.
Una de las mejores formas de tomar cannabidiol es en forma de aceite. El aceite de CBD es muy fácil de tomar y viene en una pipeta para una dosificación precisa.
Basta con tomar unas gotas directamente bajo la lengua. Esto garantiza una asimilación rápida y eficaz. Le recordamos que empiece con la dosis más baja de CBD y luego aumente gradualmente la dosis hasta que sienta alivio.